Por la herencia de cinco naciones inframundanas:
¡Nebrod! Aguza mis dardos contra los impulsos de la dilución espiritual.
El amor de hermosísimas brujas, mis hermanas en sangre,
despierte el ardor de las furias homicidas.
¿Parezco alguien preocupado por las maldiciones de Ialdabaoth?
El escozor de la propia carcasa sea siempre recuerdo del deber asesinar,
¿o es que acaso soy guardián del perro que por hermano me dio la prisión?
¡Ah! Tres veces lo niego con la lengua más afilada:
que la tumba de tierra negra se beba su sangre,
con tres cadenas atados los pescuezos.
¡Forjador de Noluntad! Mi espada sea adamantina,
de fulgor incompresible, inextinguible,
rompiendo el vértice angular.
¡Cómo grita el Silencio del Aniquilador de Realidades!
Santos brujos, diabolistas, necromantes:
¡Que ningún mar nos sea alguna vez innavegable!
Que ninguna caverna por donde los mares de sangre me tenga por indigno llamador de los linajes familiares.
Por el Antitacta, 2015.
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